Ceremonia de entrega de los Premios Príncipe de Asturias 2021

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Ceremonia de entrega de los Premios Princesa de Asturias 2021

PALABRAS DE SU MAJESTAD EL REY

Oviedo, 22 de octubre de 2021

—Majestad,

—Vicepresidenta 1 ª del Gobierno,

—Presidenta del Congreso de los Diputados,

—Presidente del Principado de Asturias,

—Ministros,

—Presidente de la Junta General del Principado de Asturias,

—Delegada del Gobierno,

—Alcalde de Oviedo,

—Presidente de la Fundación Princesa de Asturias,

—Autoridades, Patronos y miembros de los jurados,

—Queridos Premiados,

—Señoras y señores,

Cuando el año pasado entregamos nuestros Premios, España vivía circunstancias nada fáciles; sometida, como ya afirmé entonces, a una presión y una tensión extremas. La pandemia mundial nos obligó a cambiar conductas y actitudes en nuestras vidas, alterando y también transformando nuestro modo de vivir, de trabajar e incluso nuestra forma de relacionamos. Una nueva y gran incertidumbre se sumaba y superponía a las ya numerosas que tenemos que confrontar a diario en nuestros días.

Pero al mismo tiempo -a pesar de esas circunstancias- conocimos comportamientos personales llenos de responsabilidad y solidaridad. Y también fuimos testigos de compromisos colectivos llenos de emoción y esperanza. Compromisos que nos han acercado a tantas personas que han sufrido de forma tan triste y dolorosa la enfermedad y, sobre todo, a las víctimas, cuyo recuerdo siempre permanecerá entre nosotros.

Como nos recordaron los profesionales sanitarios al recoger su premio el año pasado, fueron la dedicación, la unión, la colaboración y la ayuda de muchas personas lo que se puso en valor a lo largo de los meses. Y encontraron en las miradas de los otros -de todos- la fuerza y el coraje para seguir adelante.

Hoy, nuestras miradas se dirigen a la isla canaria de La Palma. Me gustaría tener un recuerdo muy especial -necesario, pero sobre todo muy sentido y cariñoso- para los que allí viven, que sufren desde hace un mes la tremenda erupción volcánica, y que han visto golpeadas sus vidas de una manera tan dramática y con tanta impotencia como tristeza. Muchos de ellos lo han perdido todo: sus casas, sus tierras y cultivos, sus animales, sus recuerdos. Desde aquí les transmitimos nuestra solidaridad -que es la de toda España- y el mayor ánimo para afrontar esta situación. Nos han pedido que no les olvidemos y, junto a todos los españoles, así será; no les olvidaremos.

Me gustaría ahora dirigirme a nuestros premiados de esta 41 edición para expresarles nuestro agradecimiento y, sobre todo, nuestra enhorabuena.

Este año, el Premio de las Artes ha recaído en la artista serbia Marina Abramovié, destacada representante del arte de la performance, del que es pionera. Ella ayudó a abrir el camino a otros artistas, popularizando y acercando al gran público esta disciplina. Su trayectoria es esencial en la transformación y la vanguardia del siglo XX y la ha convertido en una creadora excepcional. En su obra se aúnan la sorpresa y la intensidad, la emoción y la espontaneidad, la reflexión y la duda, la belleza y el dolor, el arte y la vida. Y ante ella, el espectador se siente profundamente implicado en las formas expresivas y en el pensamiento de esta artista tan poco convencional, como plenamente comprometida con el arte y su trascendencia: que ella es siempre experimental, siempre innovador.

Convertida Abramovié en un símbolo de cómo la creación artística y sus frutos se revitalizan continuamente, sus actuaciones son ya parte de la historia del arte contemporáneo. Son también reflejo de su coherencia, pues ha sido siempre fiel a sí misma, representando la grandeza de una vocación profunda y auténtica.

Gloria Steinem ha sido galardonada con el Premio de Comunicación y Humanidades. Durante décadas, ha sido una de las más activas representantes de la lucha por los derechos de las mujeres con la igualdad, la justicia y la libertad como auténticas banderas de su compromiso. Inició un camino, recorrido después por millones de mujeres, y sigue siendo muy activa e inspiradora, toda una referencia de la transformación social que -respecto a la mujer- se ha producido en los últimos decenios en Occidente: y gracias, sobre todo, a la tenacidad y perseverancia de tantas mujeres que han llevado a cabo una poderosa tarea de reivindicación colectiva.

Pero pese a la labor de personas como ella, que no albergan duda alguna acerca de la igualdad de derechos entre todos los seres humanos, seguimos padeciendo situaciones y conflictos que a diario ponen en peligro todo lo conseguido y cuestionan la legitimidad de principios que son irrenunciables. La violencia, la discriminación, la falta de oportunidades y, en suma, el retroceso todavía hacia situaciones que parecían superadas, son buena prueba de ello. Por eso el empeño de mujeres como nuestra premiada sigue siendo imprescindible para la construcción de un mundo en equilibrio y más justo.

Como sigue siendo también imprescindible que escuchemos la voz de organizaciones como CAMFED, Campaign for Fema/e Education, galardonada con el Premio de Cooperación Internacional.

Las reivindicaciones y principios sobre la educación en igualdad están en su origen y razón de ser. Las niñas y las mujeres de los países africanos a las que apoya viven una situación tan injusta solo por el hecho de serlo. Se les niega el derecho al conocimiento, al aprendizaje, y se les niega, de ese modo, la posibilidad de una vida digna, de su mismo futuro. Y, al hacerlo, se conculcan sus derechos fundamentales de manera irracional. La valiente labor de CAMFED es, en este sentido, crucial para millones de niñas y mujeres de estos paises -también para muchos niños- que quedan condenados a una existencia marcada por la desigualdad, la marginalidad y la pobreza.

Además, CAMFED logra así la creación de una red de solidaridad intergeneracional, pues son las mujeres ayudadas las que a su vez tutelan y acompañan a las niñas, con un apoyo así continuado desde la infancia a la vida adulta. CAMFED lucha por resolver las injusticias, haciendo realidad la equidad, la educación, la sostenibilidad y, en definitiva, la posibilidad de un futuro sin discriminación ni desprecio.

El economista y filósofo Amartya Sen, Premio de Ciencias Sociales, conoce bien en qué consisten las desigualdades entre los seres humanos. Ha reflexionado durante décadas sobre los fundamentos de la pobreza y los desequilibrios que hacen que sea tan dificil alcanzar el bienestar general, el reparto equitativo de los bienes, la solidaridad y la concordia. Sus investigaciones sobre la calidad de vida, las hambrunas, la injusticia social y la ausencia de desarrollo han dado lugar a importantes análisis con los que, sin duda, ha contribuido a la promoción de la justicia y la libertad. El pensamiento y la teoría de Amartya Sen influyeron así en las políticas públicas contra la desigualdad extrema diseñadas por diversas organizaciones internacionales. Desde aquí le saludamos y reconocemos con admiración, sintiendo que no pudieron disfrutar este día con todos nosotros.

El Premio de los Deportes ha sido concedido a nuestra nadadora Teresa Perales.

Hoy le damos la enhorabuena, además, por su última medalla lograda en Tokio. Y ya son 27. También desde aquí felicitamos a todos nuestros Olímpicos y Paralímpicos de los pasados Juegos. Gracias por representamos tan dignamente.

Teresa Perales es una grande. Es esforzada, valiente, admirable. Su tesón, su lucha continua por el triunfo son paradigma de lo que realmente significa ser deportista y competir; de ese espíritu ambicioso y generoso que el deporte encarna cuando se practica con entrega, intensidad y excelencia.

Es también un orgullo para España y todo un ejemplo de superación: venciendo todas las dificultades, las lesiones, la enfermedad, siempre con confianza en sí misma y con enorme fuerza de voluntad. Y es un ejemplo, también, para millones de personas y de familias que ven posible la inclusión laboral y social de las personas con discapacidad. Esa inclusión es mucho más que un concepto y una legítima aspiración: gracias a la actitud y al esfuerzo de personas como ella se convierte en una realidad llena de esperanza. Perales es una de las deportistas más destacadas de España, un éxito que hoy, con su permiso, hacemos también un poco nuestro. Gracias, Teresa, por tu entrega y tu entusiasmo.

Emmanuel Carrere, Premio de las Letras, afirma que "escribir es como avanzar a tientas". Ciertamente, escribe para adentrarse en lo vivido, por él y por otros, para describir -retratar, diría él- personalidades siempre intensas, vidas torturadas, hasta lograr que se iluminen hechos y circunstancias en una obra densa y reflexiva sobre un mundo inquietante. Un mundo que Carrére disecciona y que produce en cada uno de sus lectores toda clase de emociones.

Autor de lo que denomina "novelas documentales", Carrére es, también, realizador, director y guionista de cine y televisión. Trabaja inmerso y comprometido en el acto de describir la condición humana, de acompañar a los personajes a través de una existencia compleja, con el fin de ofrecerles la posibilidad de expresarse y darse a conocer, realmente no es posible permanecer indiferente ante la variedad de sentimientos que su obra nos ofrece. Con humor y con ironía, su estilo, su prosa siempre sugerente y eficaz, parecen seguir el buen consejo de que hay que escribir sobre lo que se desea escribir, porque es de esa forma como se escribe sobre la verdad, con la verdad. Sin duda, Carrére es un maestro de la escritura.

El año pasado, la ciencia nos ofreció una de las mayores alegrías con la creación de las vacunas contra la COVID-19. Un acontecimiento histórico que hoy reconocemos con el Premio de Investigación Científica y Técnica a los 7 científicos que han liderado las investigaciones y el desarrollo de estas vacunas: Katalin Karikó, Drew Weissman, Philip Felgner, Ugur Sahin, Ózlem Türeci, Derrick Rossi y Sara Gilbert.

Todos ellos, en un periodo increíblemente corto de tiempo, han puesto sus conocimientos y el resultado final de sus años de intenso trabajo, al servicio de la Humanidad. Siguiendo distintas estrategias, pero con un objetivo común, han obtenido vacunas que constituyen la mayor esperanza para vencer al virus. Somos ahora mucho más conscientes de su esfuerzo, de su tenacidad, y de su gran capacidad para liderar diferentes equipos. Nuestra admiración y gratitud es inmensa.

También somos ahora más conscientes, después de los últimos meses, del imprescindible apoyo que debe recibir la ciencia básica, la investigación científica. Hoy, al reconocer a estos insignes investigadores, queremos insistir en ello, pues como afirmé el año pasado al entregar el premio a Gavi, la Alianza de Vacunas, "es nuestro deber moral exigir y apoyar el máximo rigor científico y su transparencia, para así reforzar la más amplia confianza en ese campo tan determinante para la salud y para el desarrollo equilibrado y justo de la humanidad".

Y somos más conscientes asimismo de la injusta situación de tantas personas en el mundo que no tienen acceso a todos estos beneficios. La vacunación contra la Covid-19 debe llegar hasta el último rincón del planeta. La lección tan duramente aprendida en la lucha contra este virus debe servirnos para trabajar unidos, sin concesiones, en la vacunación mundial.

Nuestro Premio de la Concordia, José Andrés -junto a su ONG World Central Kitchen- conoce bien las situaciones de emergencia humanitaria que podemos sufrir los seres humanos y a las que trata de dar una respuesta rápida y eficaz. Una respuesta, además, altruista y generosa, por la que es reconocido en todo el mundo, por supuesto en nuestro país y, muy especialmente, en su Mieres natal, que sabe bien qué significan la fraternidad y el compañerismo.

Es realmente admirable la grandeza de espíritu de las personas que, como José Andrés, viven preocupadas por el bienestar ajeno, sin importarles las dificultades que puedan encontrar en su camino ni los obstáculos que tengan que vencer para llevar alivio, consuelo y ayuda allí donde sean precisos. En él queremos destacar y reconocer el valor de una persona profundamente comprometida, de una gran humanidad y con una capacidad inmensa para hacer el bien.

La labor de José Andrés y de la World Central Kitchen es titánica. La continua, rápida y eficaz respuesta ante las situaciones más extremas los ha convertido en símbolos de lo que realmente significa solidarizarse con los que sufren, ayudar a los que lo necesitan, colaborar con los que pueden aportar soluciones ante las mayores desgracias. Allí donde es necesaria una mesa más larga -como no se cansa él de recordamos- están José Andrés y la World Central Kitchen, algo sin ninguna duda, muy emocionante y ejemplar.

Queridos galardonados, Señoras y señores,

El año pasado, lamentábamos que este Teatro permaneciera cerrado. Pero afirmé entonces que volveríamos "allí donde -desde 1981- tanto hemos aprendido de palabras, de sentimientos y de obras llenas de humanidad, excelencia y ejemplaridad''.

Hoy, felizmente, hemos regresado al Teatro Campoamor; a nuestro escenario de siempre; a nuestros recuerdos de 40 años; a nuestra mejor tradición e historia. Lo hacemos con toda la ilusión de recuperar este espacio solemne, imponente, y también acogedor e inspirador. Aún somos conscientes de que la adaptación a la que nos obligan las circunstancias sanitarias no excluye ni a personas ni a lugares. Pero regresar aquí realmente significa mucho: significa reemprender nuestro camino.

Hemos vivido en unas circunstancias que, hasta hace poco tiempo, eran desconocidas para todos. Los cambios que están afectando al mundo se están produciendo con una rapidez mucho mayor -me atrevo a decir- que la capacidad del ser humano para aceptarlos, comprenderlos y asimilarlos. Son cambios que transforman las sociedades, provocan desequilibrios, y generan tensiones. El dinamismo del mundo actual nos lleva a un escenario en el que se globalizan cada vez más ámbitos de nuestra vida, en el que compartimos ya con los demás seres humanos los mismos riesgos y desafíos; en el que dependemos también cada vez más los unos de los otros. Un escenario -en definitiva- en el que no cabe aislarse ni caminar en solitario.

Ante todos estos cambios, no podemos detenemos. Rendirse no es una opción, nos decían los sanitarios en los peores momentos de la pandemia. Desfallecer o conformarse no es una alternativa. Es preciso seguir adelante.

La pandemia nos ha dejado lecciones y enseñanzas de gran valor. Nos hizo sentimos vulnerables y conscientes de lo difícil que es alcanzar el bienestar y, sin embargo, de lo fácil que puede ser perderlo. Sirvió para reafirmar la convicción sobre el beneficio de trabajar juntos; sirvió para comprender que, únicamente trabajando unidos, por el bien común de todos, es posible afrontar las situaciones más dificiles y salir victoriosos de ellas.

Al mismo tiempo, España se llenó de pequeños y grandes gestos de miles de ciudadanos. Demostraron que la gratitud, el compromiso con los demás, el sentido de ciudadanía, el servicio a la comunidad o la lealtad a nuestro país son pilares básicos de una sociedad capaz de sobreponerse; de una sociedad en la que, si somos inmunes al sufrimiento ajeno, estaremos solos en el dolor.

Esta crisis nos ha hecho ver de nuevo una sociedad española fuerte, responsable, madura, solidaria y con gran capacidad de superación. Y esto es algo de lo que debemos sentirnos orgullosos; pero no es suficiente. En momentos decisivos para nuestro futuro como los que atravesamos, necesitamos la serenidad y el sosiego que den firmeza a nuestros pasos. En ese camino que hoy, simbólicamente, reemprendemos en el Teatro Campoamor no podemos tampoco olvidarnos de nuestras raíces, de nuestras referencias, de todo lo que ya hemos recorrido como sociedad, y de los fundamentos de nuestra convivencia en paz y libertad.

Desde el nacimiento de nuestra Fundación, hemos transmitido, año a año, en la entrega de nuestros Premios, un mensaje de esperanza. Y hoy aquí, en Oviedo, nos reunimos una vez más para renovar ese mensaje, que lo es también de voluntad y determinación.

Sí, es la esperanza la que nos mueve. Porque en estas horas de serenidad que suponen nuestros Premios, queremos reconocer y ensalzar todo aquello que nos ayuda, nos consuela, nos reconforta y nos da fuerza para seguir adelante.

Nuestros premiados nos han dado siempre ejemplo de solidez y de firmeza en sus propósitos. De cómo sus causas muestran el mayor de los compromisos que puede tener el ser humano: el compromiso con los demás.

De ellos hemos escuchado y aprendido cómo las convicciones cívicas y los principios éticos, fortalecen, cohesionan y definen a las sociedades que los hacen suyos; cómo los valores inherentes a todo ser humano -la vida, la dignidad, la igualdad y la libertad- deben constituir un patrimonio de alcance universal.

Nos han advertido de la fragilidad de los valores democráticos, que no nos vienen dados; y cuyo vigor y vigencia demandan siempre una defensa firme, permanente, constante y consciente. De que la fortaleza y seguridad de un mejor futuro dependen de la responsabilidad, del cumplimiento del deber que a cada uno le corresponde, de la solidaridad y de nuestra cohesión.

Así pues, hemos de seguir adelante con confianza, por el recto camino de los valores y de los principios que engrandecen a una sociedad y que -año a año- comparten y nos transmiten nuestros premiados. Creo firmemente que, si lo hacemos así, acertaremos. Y por muy difíciles que sean los retos que nos lleguen, los superaremos.

Señoras y señores,

Durante los últimos meses, la Reina y yo, con nuestras hijas, hemos conocido y compartido la tristeza y la preocupación con todos los españoles. Pero también hemos compartido y sentido la esperanza y las ganas de vivir de miles de ciudadanos que siguen dándonos fuerza a todos para poder expresar de nuevo, sin miedo, nuestros sentimientos; para volver a aquel tiempo en el que podíamos abrazamos, damos la mano, y acercamos, o conversar y acompañar a nuestros amigos.

Aquella mirada en la que los sanitarios trataban de encontrar la fuerza y el coraje para seguir adelante, aquella mirada tan alentadora, en la que anidaban el ánimo, el afecto y la gratitud, debe permanecer entre nosotros.

Muchas gracias.

 

Palabras de Su Alteza Real la Princesa de Asturias en la ceremonia de entrega de los Premios Princesa de Asturias 2021

 

Teatro Campoamor, Oviedo, 22 de octubre de 2021

Me alegra mucho volver a Oviedo para celebrar la entrega de nuestros premios. Siempre he visto a mis padres en este escenario reconocer el trabajo bien hecho y las iniciativas y las ideas que hacen mejorar a las sociedades. Y por eso creo que, de nuevo este año, debemos seguir recordando que nuestros premiados son guía imprescindible para todos nosotros.

Este mundo tan interconectado en el que vivimos permite que todos podamos acercarnos a las obras de quienes hoy recibís nuestros premios. Y en mi caso, como estudiante de bachillerato, pienso en todos los jóvenes que lo pueden hacer y en lo mucho que podemos aprender de vosotros.

Os felicito a todos y os admiro.

A Gloria Steinem, por su comprometida defensa de los derechos de las mujeres; a Marina Abramovié, por su talento extraordinario y por la emoción que provoca en los espectadores; a Camfed, por su trabajo esencial en la educación de tantas mujeres y niñas que sufren discriminación o violencia; a Amartya Sen, que dedica su inteligencia a buscar soluciones contra las desigualdades sociales; a Emmanuel Carrete, por permitirnos sentir y ayudamos a entender al mundo; a Teresa Perales, por su fuerza, determinación y constancia; a los investigadores de las vacunas contra la Covid-19, que han demostrado que la ciencia aporta seguridad y progreso; y a José Andrés y su World Central Kitchen, por alimentar a personas que lo necesitan.

Conoceros -vuestras obras y vuestras vidas- es algo que me ha motivado aún más en mi tarea de formarme y estudiar, proyectáis sobre nosotros, sobre los más jóvenes, la certeza de que también tenemos mucho que aportar, que podemos ser importantes y mostrarnos responsables para tratar de pensar en un futuro más sostenible, más justo, mejor para todos. Estudiar y observar vuestra obra, queridos premiados, me ilusiona y me llena de fuerza para seguir asumiendo mis responsabilidades y trabajar siempre con el mayor compromiso.

Gracias a todos los que hacéis posible que estemos hoy aquí; gracias a quienes apoyáis a la Fundación e impulsáis la idea de que la cultura, la ciencia, la solidaridad, son esenciales para nuestra vida en común.

Vuelvo pronto a mis estudios con el recuerdo de una nueva entrega de premios que, una vez más, nos emociona y nos conmueve. Y echaré mucho de menos esta tierra, Asturias, a la que quiero tanto y donde mi hermana Sofía y yo nos sentimos siempre en nuestra casa.

Gracias.

 

PALABRAS DEL EXCMO. SR. D. LUIS FERNÁNDEZ-VEGA SANZ

 

Presidente de la Fundación Princesa de Asturias

Oviedo, 22 de octubre de 2021

Majestades, Altezas,

Excmas. e Ilmas. autoridades,

Galardonados,

Señoras y señores:

La Fundación Princesa de Asturias siente hoy, al celebrar esta ceremonia, una inmensa alegría.

Volvemos a este teatro, al Teatro Campoamor, que tanto significado tiene para todos y simboliza además que estamos consiguiendo superar los muchos obstáculos que la pandemia ha puesto en nuestro camino.

Esta catástrofe mundial desborda claramente los límites de un problema sanitario y se revela como factor modulador de la vida de la gente por lo que estamos entrando en un mundo nuevo, en una realidad nueva.

Todo ello nos produce una gran inquietud por la pérdida de seguridades que teníamos asumidas como propias, pero al igual que otras epidemias no impidieron el progreso de la humanidad, ésta no detendrá el deseo de conocer y de investigar.

Por eso, estar aquí esta tarde es una prueba de que, poco a poco, intentamos retomar algunas de las costumbres de nuestra vida cotidiana. Podremos, sobre todo, vivir sin tanta incertidumbre como la que ha protagonizado nuestras vidas desde el pasado año.

Y podremos también abrimos a quienes acuden hoy para rendir homenaje al talento creador, a la obra transcendente y sacrificada de los galardonados.

Personas que comparten, con el filósofo Emilio Lledó la idea de que la lucha por los principios de verdad, libertad, belleza y generosidad no termina nunca, pues son la clave del progreso y de la convivencia en paz.

Asimismo, es muy emotivo que estén aquí algunos de los premiados que el año pasado no pudieron asistir a la ceremonia, y son una razón más para que lo sintamos, como una gran esperanza. Porque como decía Julio Cortázar "la esperanza le pertenece a la vida, es la vida misma defendiéndose".

Porque esta palabra compendia la mayor parte de la historia y los objetivos de la Fundación desde su nacimiento y continúa alentando nuestra tarea.

Como afirmó Su Majestad el Rey hace unos años: "Esa esperanza sigue viva, porque nuestros Premios son hoy una realidad admirada y respetada en todo el mundo. Y ahora, más que nunca, los seguimos necesitando como estímulo e inspiración en estos tiempos cruciales, tiempos intensos y de renovación".

Pues bien, es ese el sentimiento que nos ha impulsado hasta este instante. Nos ha ayudado también a trabajar con ánimo dispuesto todos estos meses, en los que hemos reivindicado el realismo y la solidaridad; la fuerza de la reflexión y la prudencia; la vibrante capacidad de hacer y de estar activamente en marcha.

Resulta admirable que en tiempo de pandemias, crisis, menosprecio de la palabra y ocultación de valores, podamos realizar un proyecto tan excelso como éste.

Para nosotros es fundamental homenajear a los galardonados. Tenemos la firme convicción de que, al hacerlo, ayudamos a poner de relieve todo lo que es el germen de lo mejor de la humanidad.

Esta ceremonia es además, el símbolo y el reflejo de los profundos e inequívocos sentimientos que unen a Asturias con la Corona. Vínculos tantas veces puestos a prueba a lo largo de la historia, y que muestran nuestra lealtad constitucional así como el compromiso del Principado con España.

Por todo ello, y arropados por el afecto y el apoyo de los asturianos, es un verdadero honor recibir de nuevo en nuestra tierra a Sus Majestades los Reyes y a Sus Altezas Reales la Princesa de Asturias y la Infanta Doña Sofla.

Majestades,

Altezas,

Muchas gracias por acompañamos esta tarde y en especial quiero expresar nuestra gratitud a la Princesa de Asturias, nuestra Presidenta de Honor, que está hoy aquí para mostrar una vez más su cariño por el Principado y su admiración y respeto por la obra de los galardonados.

Podéis tener la certeza de que nuestro compromiso con una España en la que triunfen la igualdad, la libertad y la justicia no Os faltará nunca.

Quisiera, asimismo manifestar un sentido reconocimiento a Su Majestad la Reina Doña Sofla, que nos honra con su presencia, y que ha dado en tantas ocasiones buena prueba de su afecto por nuestra Fundación.

Y queremos agradecer también la ayuda de tantas personas sin cuyo respaldo no seria posible esta celebración de la inteligencia y el esfuerzo creador.

En particular, me gustaría dar las gracias a nuestros patronos y protectores, por su generosidad y sus consejos, que han sido especialmente valiosos a lo largo de estos meses; a los integrantes de los distintos jurados, por su trabajo responsable e inteligente; a los medios de comunicación, al sobresaliente equipo de la Fundación y, sobre todo, a los asturianos y a tantos españoles que nos respaldan.

La vida que siempre termina abriéndose camino, nos proporciona a veces posibilidades como las que esta tarde disfrutamos. La primera de ellas, permitimos ser conscientes de que merece la pena seguir adelante y que, si así lo hacemos, algo cambiará, para mejor, en algún rincón del mundo.

Tenemos la seguridad de que compartiendo conocimiento, experiencia, certezas y dudas como

hacen los galardonados, nuestra andadura continuará y se reforzará más que nunca.

Y en ese camino uniremos el nuestro al de una sociedad que ve en los premiados el talento, el esfuerzo y la solidaridad que une frente a la discordia, que suma frente a lo que divide y que, consciente de sus sólidos valores, no se rinde ante las dificultades.

Majestades,

Altezas,

Sras y Sres,

Hoy también hemos hecho realidad el luminoso pensamiento de que no hay fuerza más poderosa que la de una idea a la que le ha llegado su tiempo.

Estos son nuestros deseos, estos son nuestros sueños y son nuestros objetivos. Enaltecer a los mejores, honrarlos y, al hacerlo, encontrar en ellos, en su obra y en sus logros, inspiración para conseguir la excelencia en beneficio de todos.

Muchas gracias.

 

PALABRAS DEL EXCMO. SR. D. EMMANUEL CARRERE

 

Premio Princesa de Asturias de las Letras

Oviedo, 22 de octubre de 2021

Majestad, Altezas,

Miembros de la Fundación, Señoras y señores, Queridos amigos:

Es un gran honor el que me hacen al concederme este premio, tanto más grande porque se trata de un honor español.

Me gustaría hablar y leer en español, pero por desgracia ni lo hablo ni lo leo. En compensación, acabo de echar una ojeada a mi biblioteca, que está clasificada por lenguas. Es una clasificación como cualquier otra, todos sabemos que ninguna es totalmente satisfactoria. Por orden alfabético, por géneros, por siglos, por editoriales, por afinidades, ¿por qué no? Por lenguas tiene sus ventajas. En todo caso, me he percatado de que en el trio que encabeza la lista en los libros que ocupan las estanterías, el español se encuentra justo detrás del inglés y delante del ruso. Acercarme a esos estantes es saludar a viejos amigos. Un abuelo más joven que todos los jóvenes: Cervantes. Dos tíos irónicos y enigmáticos: Borges y Bioy Casares. Cortázar, en cuyo edificio viví diez años, en una calle del distrito 10º de París, en otro tiempo un barrio popular y hoy gentrificado ... Roberto Bolaño, el hermano mayor con quien todo el mundo sueña, aventurero y encantador como debió de ser Robert Louis Stevenson. Y también algunos compañeros de ruta, más o menos de mi edad: Enrique Vila-Matas, Javier Cercas, Juan Gabriel Vásquez. Y mi querida prima Rosa Montero ...

Quiero expresar mi gratitud a los autores que me formaron, pero asimismo a los editores que me han publicado. Si poco a poco mis libros han conquistado lectores en España, si esta noche me presento ante ustedes es en gran medida gracias al trabajo paciente y fiel de Anagrama. De Anagrama, es decir, de nuestro gran y querido Jorge Herralde, y quien dice Herralde dice también Lali Gubem, y quien hoy dice Anagrama dice también Silvia Sesé. Y es asimismo gracias al trabajo fiel y sutil de Jaime Zulaika, mi traductor desde hace años.

Hay una ausencia cruel esta noche. Es la de Paul Otchakovsky-Laurens, mi amigo y editor francés durante treinta y cinco años, fallecido hace tres. Nadie le sustituirá, pero está aquí Emmelene Landon, que es a la vez su viuda, una pintora y una escritora maravillosa y mi mejor amiga. La editorial POL continúa, y continúa bien, al mando de Jean-Paul Hirsch, que ha tenido la gentileza de venir con su esposa Jacinthe a este acto, así como Francois Samuelson, mi agente desde hace tantos años. Se lo agradezco a los tres, y doy las gracias, por último, a Charline Bourgeois-Tacquet, por ser la mujer que es, por dirigir las películas que dirige, por compartir la vida conmigo.

Ya está.

Escribí este pequeño discurso creyendo haber, como se dice, "cubierto el expediente", y lo envié a la Fundación Princesa de Asturias para que fuera traducido a tiempo para la ceremonia. Unos días más tarde recibí un email de la Fundación que era una obra maestra de delicadeza. Me decían que mi pequeño discurso era maravilloso, absolutamente maravilloso, y mi lista de agradecimientos totalmente justificada, totalmente en consonancia con una circunstancia semejante, pero que precisamente en esta circunstancia, cómo decirlo, cabía haber esperado de mí un poquito más, algo -cito en inglés- más inspirational. No sé cuál seria la traducción exacta de este adjetivo: un poco más inspirador, un poco más inspirado, un poco las dos cosas. De todos modos, lo que se infería de este mensaje inmensamente delicado es que, creyendo haber hecho lo apropiado, del mismo modo que se respeta un dress code, yo había escrito un discurso convenido y hasta convencional, un reproche que sinceramente no me han hecho a menudo.

Y o no quería renunciar a mis agradecimientos porque las personas a las que he agradecido me son realmente queridas, pero he intentado para completarlos algo un poco más inspirador, y no me ha hecho faltar buscar muy lejos. No henecesitado buscar muy lejos porque en este momento me ocupo de algo extrema e incluso trágicamente inspirador de lo que me gustaría decirles unas palabras.

El pasado 8 de septiembre se inició en París el juicio por los atentados cometidos, también en París, el 13 de noviembre de 2015, en las terrazas y en la sala de conciertos del teatro Bataclan. Estos atentados causaron 131 muertos. Ustedes, españoles, tuvieron que llorar a más víctimas el 11 de marzo de 2004, cuando hubo 61 fallecidos más, si es que esta contabilidad atroz tiene algún sentido. Para nosotros son los más letales perpetrados nunca en suelo francés. Los asesinos fueron abatidos o ellos mismos se explosionaron. Los catorce canallas que se encuentran en el banquillo de los acusados son lo que en francés llamamos seconds couteaux, comparsas, protagonistas secundarios, lo cual invalida la comparación que se hace a menudo con los juicios de Nuremberg, donde se juzgaron a muy altos dignatarios nazis. Pero el juicio de París tiene en común con los de Nuremberg su ambición histórica, sus enormes recursos y, en primer lugar, su duración: nueve meses. Decidí seguir íntegramente este juicio. De principio a fin, todos los días. No todos los días, por supuesto, ocurre algo interesante, pero no es posible saberlo de antemano. A veces, sesiones que todo el mundo prevé apasionantes resultan sumamente aburridas, y son apasionantes, en cambio, otras de las que no se esperaba nada, como las declaraciones de médicos forenses o de expertos en balística. Es una regla que conocen todos los cronistas judiciales y que prácticamente carece de excepción: basta con no estar presente para que suceda algo. Por eso, Majestad, Altezas, queridos amigos, por grande que sea el honor de estar aquí esta noche, una parte de mí permanece de alguna manera en ese tribunal.

Todos los que han seguido un gran JUICIO saben que es una de las experiencias más adictivas que existen. La ambición de este juicio es desmesurada: aspira a desplegar desde todos los ángulos, desde el punto de vista de todos los actores, remontándose lo más lejos posible en la genealogía de los acontecimientos, todo lo que aconteció durante aquellas horas terribles. Anatomía de un instante, por citar el título de la vigorosa crónica de Javier Cercas. Este juicio es también extraordinariamente extenuante. Día tras día chapoteamos en la sangre, las heridas fisicas y morales, las muertes atroces y las vidas truncadas. Es un baño de horror en el que a veces nos preguntamos por qué nos lo infligimos.

Nos lo infligimos porque no es únicamente un baño de horror. Porque esos testimonios que se suceden semana tras semana, a razón de una quincena al día, son muchas veces extraordinarios ejemplos de humanidad. Esos supervivientes heridos en su cuerpo y en su alma se mantienen de pie. Nos hablan desde muy lejos, desde lugares de la experiencia humana que la mayoría de nosotros no conocemos. "El hombre", escribía Léon Bloy, "alberga en su pobre corazón recintos que todavía no existen, pero en los que el dolor penetra para que existan". Este juicio sirve asimismo para esto: para explorar colectivamente estos recintos de nuestro corazón.

A lo largo de estos testimonios descubrimos otra cosa sorprendente. Las historias de naufragios, de catástrofes, del sálvese quien pueda generalizado, suelen revelar lo peor del ser humano. La cobardía, el cada cual a lo suyo, el canibalismo. Aquí, nada de eso. No podemos imaginar que se haya creado una ficción colectiva de nobleza y de grandeza de espíritu y, sin embargo, prácticamente sólo se nos han descrito ejemplos de ayuda mutua, de solidaridad, gestos a menudo heroicos. Muchos se reprochan haber pisoteado a otros mientras trataban de huir; ninguno de los pisoteados se lo reprocha a otros. Todos procuraron proteger al hombre o a la mujer amada, pero algunos hicieron algo más: arriesgar la vida para proteger a desconocidos. Es un misterio que por momentos convierte lo que es abominable en una infinita exaltación.

Voy a terminar con dos citas este discurso que ahora se ha vuelto demasiado largo.

La primera es de Simone Weil:

"El mal imaginario es romántico, novelesco, variado; el mal real es monótono, desértico, aburrido. El bien imaginario es aburrido; el bien real es siempre nuevo, maravilloso, embriagador. Por tanto, la "literatura de imaginación" o es aburrida o es inmoral, o una mezcla de ambas cosas. Sólo escapa a esta alternativa cuando pasa de algún modo, a fuerza de arte, al lado de la realidad, lo cual sólo el genio puede hacer."

La segunda es de una superviviente del Bataclan:

"Unos días después del atentado murió mi padre, y justo antes de morir me dijo: "Tú y yo consolamos a los demás de las desgracias que nos suceden". Yo habría preferido no tener que consolaros".

 

PALABRAS DE LA EXCMA. SRA. D.ª GLORIA STEINEM

 

Premio Princesa de Asturias de Comunicación y Humanidades

Oviedo, 22 de octubre de 2021

Majestades,

Altezas Reales, Distinguidos premiados, Señoras y señores:

Es un gran placer y una aventura estar aquí con ustedes en España. Me siento honrada y asombrada de formar parte del elenco de los galardonados con estos premios, desde Susan Sontag hasta Nelson Mandela, desde Margaret Atwood hasta Doris Lessing. Todos escritores y revolucionarios.

Primero tengo que agradecer a Socorro Suárez Lafuente por presentar mi candidatura. Y al jurado por admitir esa nominación y, por supuesto, a la Familia Real y a la Fundación Princesa de Asturias por este generoso honor. Es la primera vez que recibo un premio en honor a una mujer.

Cuando me piden que me defina a mí mismo, digo que soy escritora y organizadora.

Supongo que lo que tienen en común ambas oficios es la falta de un empleador, de un puesto de trabajo y también la falta de seguridad económica. Por otro lado, también es cierto que nadie puede despedirte. Debo decir que esta es la recompensa por la inseguridad.

Durante el último año y pico de esta pandemia global, ustedes y yo desde lugares distantes del mundo, nos hemos sentido muy conectados, aunque solo fuera por razones espantosas. Ninguna frontera nacional o diferencia cultural puede retener por completo un peligro para la salud que sea verdaderamente global. Nos amenazaba a todos, a pesar de los recursos económicos y sanitarios que crearon diferencias cruciales en la manera en que nos trataron y en cómo fuimos y podíamos ser tratados.

No existen los inmigrantes, todos somos pasajeros en esta nave espacial terrestre, con la esperanza de salvar nuestros futuros y nuestros bosques, que son nuestro futuro.

En conjunto, las fronteras nacionales comenzaron a parecer mucho más artificiales, y la posibilidad de quedarse en casa también llegó a parecer mucho más valiosa y salvadora que la posibilidad de viajar.

También valoramos como nunca antes a los trabajadores sanitarios y hospitalarios, e incluso algunas cárceles fueron vaciadas, sin el aumento de delincuencia anunciado. Este

último año nos ha enseñado mucho, y espero que pensemos en cómo valorar las lecciones aprendidas.

En mi país, más hombres confinados en su casa empezaron a conocer a sus propios hijos -lo cual fue algo bueno- y a descubrir lo que implicaba el cuidado de los niños a tiempo completo. Asimismo pudieron comprobar lo cotidiano y orgánico que es el proceso educativo. En muchas ocasiones esto liberó a las personas de las ataduras de los roles de género, que en realidad son bastante nuevos en la historia de la humanidad. En nuestros orígenes como especie migratoria, todos tenían que ocuparse y cuidar de los niños. El patriarcado creció cuando nos volvimos sedentarios.

Por otro lado, la violencia doméstica contra las mujeres a veces aumentó durante este año de confinamiento, y esta fue una trágica lección. Y cambiaron tanto las definiciones nacionales como las populares sobre quiénes eran trabajadores esenciales y quiénes no. El personal de primera línea y los empleados de las tiendas de comestibles tendían a vencer a los banqueros y a los capitanes de la industria, ¡ es algo asombroso!

Así que espero que en nuestros países respectivos dediquemos tiempo a analizar estas ingentes y profundas lecciones y a pensar en lo que ha cambiado, lo que queremos mantener y lo que queremos renunciar.

Por ejemplo, en mi país, se hicieron más visibles los cambios tras la pandemia. El racismo que ha estado presente en América del Norte desde que los invasores europeos se impusieron a las poblaciones indígenas, matando a través de enfermedades y guerras al noventa por ciento de las personas que anteriormente vivían allí, y que luego también importaron esclavos, ese racismo ha alcanzado un punto de inflexión tanto en lo negativo como en lo positivo. La tercera parte del país que valora lo blanco, y que votó a Donald Trump -quizás el presidente menos cualificado y que más ha dividido el país en la historia de Estados Unidos- llevó al terreno político lo que durante mucho tiempo había pertenecido al ámbito privado. Incluso provocó que un grupo de hombres blancos intentara apoderarse del Capitolio, como probablemente han visto ustedes en la televisión.

Sin embargo, debido a que esta vez -a diferencia del título de la canción rock- la revolución sí fue televisada, los puntos de vista sobre raza y género que circunscribían esta supuesta revolución a una minoría también causaron el mayor clamor de la historia. Este clamor de muchos hombres y de una mayoría de mujeres contribuyó a convertir el Black Lives Matter en un movimiento mayoritario y pacífico.

Espero que cada uno de nosotros sepa aprender de esas lecciones y que participemos en tertulias que ahonden cada vez más en lo que todos hemos aprendido en este tiempo de pandemia y emergencia, qué es lo que valoramos y queremos conservar y qué deseamos cambiar.

Este último año, he pensado a menudo en la profecía de los indígenas de la nación cheroqui. Ellos eran, por supuesto, los habitantes originales de las tierras norteamericanas antes de que llegaran los europeos para ocupar por la fuerza, matando al noventa por ciento de los habitantes con enfermedades contra las que no tenían inmunidad. La profecía era la siguiente:

La tierra, que es un ser vivo, sentirá que sus bosques productores de oxígeno están siendo destruidos, sus océanos y su atmósfera se están volviendo demasiado cálidos y privados de oxígeno por la quema de combustibles fósiles, y sus gentes también están divididas por el accidente que supone nacer con más o menos melanina en su piel.

Y así, esta tierra viva, tal como es dentro del espacio, simplemente nos desechará ... y empezará de nuevo.

He de decir que esto me reconfortaba algo.

Sin embargo, ahora que he visto como mi ciudad de Nueva York volvía a las calles, y a miles de mujeres, jóvenes en su mayoría -pero no solo jóvenes- se manifestaban de nuevo, haciendo coincidir estas marchas con otras en la mayoría de las principales ciudades del mundo, vuelvo a sentir esperanza. Y la esperanza es una emoción muy rebelde.

También observo que hay más risas, y la risa es la única emoción libre, la única que no se puede imponer.

Ciertamente, se puede asustar a alguien; Incluso se puede hacer creer a alguien que está enamorado si, durante mucho tiempo, se le mantiene apartado y en un estado de dependencia. Es el caso de los secuestros y del llamado síndrome de Estocolmo: el nombre que se da al fenómeno de cuando los cautivos comienzan a identificarse con un captor del que dependen totalmente.

Sin embargo, no se puede obligar a alguien a reír, a reír de verdad y con sinceridad. Por eso la risa es una prueba de libertad.

En mi país, los indígenas americanos consagraron esto hecho al crear un dios de la risa, ni hombre ni mujer, a veces retratado como un coyote, a veces como el dios de la espontaneidad, pero siempre impredecible.

Y lo que esto me ha enseñado -y me he dado cuenta de que es cierto en la práctica- es que la risa es una prueba de libertad. He aprendido a pensarme dos veces las reuniones religiosas, o cualquier otra reunión en la que no se permite reír.

He aprendido a hacer lo mismo respecto a figuras autoritarias, como Hitler y Stalin, que parecían temer mucho que se riesen de ellos y castigaban a quienes lo hicieran. De hecho, uno de los primeros actos oficiales de Hitler después de ser elegido -porque ¡fue elegido!fue cerrar a cal y canto tanto las clínicas de planificación familiar como los clubes de comedia donde la gente reía en libertad. Lo que más temía era que se riesen de él. Y, dicho sea de paso, Donald Trump también.

Al dar valor a libertades como la risa espontánea, preservamos la libertad para siempre.

 

PALABRAS DE LA EXCMA. SRA. D.ª TERESA PERALES

 

Premio Princesa de Asturias de los Deportes

Oviedo, 22 de octubre de 2021

Majestades, Altezas,

Queridos premiados, Señoras y señores:

¡Quien me iba a decir en 1995 cuando oí las palabras "no vas a volver a andar" que el camino que iba a recorrer con mi silla me iba a llevar hasta aquí!

Desde luego, nunca me lo iba a decir la vecina del barrio que, cuando por fin me decidí a superar mis miedos y vergüenzas, a asumir lo que me pasaba y salir a la calle, nos paró a mi madre y a mi. Probablemente con la mejor intención del mundo se volvió a mi madre y, como si yo no existiera, le dijo: "Pobrecita niña ¿qué le ha pasado?". En un segundo y una mirada, había dejado de ser la niña del tercero para ser la "pobrecita hija de Sebi.

Desde luego, esa vecina no me lo iba a decir. Para ella, mi vida se había acabado antes de empezar. Para nosotras, la vida simplemente continuaba por un camino distinto al previsto. Mi madre Sebi, siempre tuvo la certeza de que tenía un sitio al que llegar, que no me iba a quedar siempre bajo la protección que me daban sus alas. Siempre ha estado a mi lado.

—"Mamá, quiero bañarme en la piscina". Y a ella le faltaba tiempo para ir a comprar un chaleco salvavidas y, literalmente, tiramos a la piscina.

¡Quién iba a decirme entonces que seguiría nadando 24 años después y que iba a ganar 27 medallas paralímpicas! Seguro que ni siquiera mi entrenador, cuando me dijo que era un diamante en bruto por pulir, pudo imaginarlo. Nunca supe si mi madre lo dudó o si lo imaginaba siquiera porque ella jamás me dijo: "no puedes, no debes, no sigas, no lo lograrás".

—"Mamá, voy a ser diputada" y ella: "si es lo quieres, hazlo".

—"Mamá, voy a escribir un libro" y ella "si te hace feliz, adelante".

Y así con todos los proyectos de estos años, incluso los más locos para hacer con una silla pegada al culo. Por ejemplo:

—"Mamá, voy a ir desierto saharaui a llevarles latas de sardinas en un 4x4". Y ella: "vamos a inventar algo para que puedas ir al baño en las dunas".

¡Quien nos iba a decir también lo que ha cambiado la sociedad! Y en el caso de la discapacidad, para bien. La mirada de la vecina probablemente ya no sea la misma. O mejor dicho, no es la mirada de tantas vecinas. Hay más portales accesibles, menos comercios con escaleras en la puerta, incluso una ley de la dependencia. Hay que seguir mejorando, sin duda, y esta claro que seguimos sin ser una sociedad ideal pero ahora al menos lo sabemos y somos muchos, aunque no todos, los que nos esforzamos en mejorarla y hacerla avanzar hacia la igualdad de todas las personas.

Por eso, quiero aprovechar este altavoz, para decir a los niños y a los no tan niños que no hay que esperar a que alguien nos diga lo que va a pasar o lo que debemos hacer.

Hay que pensarlo o soñarlo. Decidir tú lo que quieres e ir a por ello. Con decisión. Sin dejar que los obstáculos te impidan, al menos, intentarlo. Y en el camino, rodeamos de gente, de amigos, de personas que nos digan siempre como mi madre "aquí estoy para ayudarte". Así, aunque el destino sea distinto al imaginado, el viaje habrá merecido la pena.

 

PALABRAS DEL EXCMO. SR. D. JOSÉ ANDRÉS

 

Premio Princesa de Asturias de la Concordia

Oviedo, 22 de octubre de 2021

Majestades,

Altezas Reales, Distinguidos Premiados, Miembros del Jurado, Señoras y Señores:

Gracias por este prestigioso reconocimiento, que no es solo mío. Este premio es compartido con las mujeres y los hombres de World Central Kitchen que dan de comer a los hambrientos y alientan a las comunidades gracias al poder de la comida.

Trabajan incansablemente en este momento.

En septiembre estuve con World Central Kitchen en La Palma cuando la isla fue devastada por el volcán; en el aeropuerto de Washington DC sirviendo comidas de bienvenida a los refugiados afganos; en Nueva Orleans donde un huracán de categoría 4 dejó a millones de personas sin electricidad y a muchas familias sin hogar ... Y estuve en el mismo Haití, donde World Central Kitchen acometió sus primeros proyectos hace más de 11 años, y a donde regresé en agosto después de otro terremoto catastrófico. En cuestión de días, estábamos suministrando miles de comidas, desde ciudades hasta las aldeas más remotas.

La Humanidad, las personas sin voz y sin rostro, esas personas que parecen sombras en la niebla necesitan a personas que las cuiden. Necesitan a personas que las traten como personas. Esas personas no quieren nuestra limosna, quieren nuestro respeto y su dignidad.

Y ese es el poder que tiene un plato de comida.

Mi periplo con World Central Kitchen no comenzó en Haití. Comenzó aquí, en Asturias.

Mis padres eran enfermeros. Y como muchos de los héroes que han salvado vidas durante esta pandemia, vi como sobrepasaban los límites del deber para cuidar a los demás. Al hacerme mayor, entendí que cocineros como yo damos de comer a los pocos, but we have the power to feed the many.

Cuando abrí mi primer restaurante en Washington hace casi 30 años, conocí a alguien que tenía esa misma sensibilidad, Robert Egger. Trabajaba en el sótano de un albergue para indigentes de la ciudad.

Robert sabía que desperdiciar comida estaba mal, pero lo que realmente estaba mal era desperdiciar la vida de las personas. Reciclaba los excedentes de comida de la ciudad y, en el proceso, formaba a esas personas sin hogar para que ayudasen a dar de comer a miles de otros indigentes a lo largo y ancho de Washington D.C. Trabajando allí como voluntario, me di cuenta de que la gente no quiere nuestra limosna, sino nuestro respeto.

Robert me dijo algo que recuerdo a diario: Con demasiada frecuencia, parece que la caridad es cuestión de redención para el que la hace, y no de liberación para el que la recibe.

Lo que aprendí en Washington y Haití se puso a prueba cuando esa catástrofe que fue el huracán María cruzó lentamente Puerto Rico en 2017.

Para mí, yendo a Puerto Rico no sólo pretendía ayudar a los Estados Unidos, sino también ayudar a mi país de nacimiento. La isla aúna la historia de ambos países, pero a la vez ha ido forjando una identidad y una cultura propias.

Así que llegué en uno de los primeros vuelos que aterrizó en San Juan después del huracán, junto con mi buen amigo Nate Mook. No imaginábamos entonces que ese momento iba a cambiar para siempre nuestras vidas y el futuro de World Central Kitchen.

Nos reunimos un grupo de 10 amigos, muchos de ellos cocineros, en el restaurante de mi amigo José Enrique para hacer sándwiches y sopa de sancocho.

Pasamos de 10 amigos a 25,000 voluntarios; de 1 cocina a 28; de 1,000 comidas al día a más de 150,000. En total, 4 millones de comidas.

Desde entonces, hemos actuado en huracanes, tsunamis, incendios forestales, terremotos, volcanes y la pandemia, proporcionando más de 60 millones de comidas.

Plato tras plato, se pueden encontrar soluciones muy simples a grandes problemas.

Esta es la forma de pensar de muchos inmigrantes. Estoy orgulloso de ser asturiano, catalán, español y estadounidense. Salí de Asturias cuando era niño y crecí en Cataluña antes de mudarme a los Estados Unidos.

Me siento como un inmigrante del mundo.

Los inmigrantes construimos puentes porque tenemos que hacerlo. Entendemos que el mundo necesita mesas más largas, en las que la comida pueda servir para unimos, y no muros más altos que nos mantengan separados.

Hoy, los desafios a los que nos enfrentamos no son insignificantes: hambre en nuestras propias comunidades, un clima en proceso de cambio que lleva a desastres mayores, un número creciente de refugiados y una pandemia global que ha hundido las economías.

Pero realmente creo que el mundo tiene ante sí un camino mejor si llegamos a comprender -y a hacer nuestro- el poder de la comida.

Debemos salvar el medio ambiente y acabar con el hambre si dejamos de desperdiciar el 40% de los alimentos que producimos.

Debemos mejorar la salud y ahorrar dinero si a diario proporcionamos a nuestros niños y personas mayores comidas nutritivas y sanas.

Podemos llevar estabilidad y paz a distintas partes del mundo, pero solo si primero nos aseguramos de que las familias tienen alimento en la mesa.

En 1826, el gran pensador y escritor Brillat-Savarin escribió que el futuro de las naciones dependerá de cómo estas se alimenten.

Tenía razón. Nuestro futuro depende de que el mundo se alimente mejor. Un mundo en el que la comida sea la solución, no el problema.

Me siento honrado, junto con World Central Kitchen de recibir el Premio Princesa de Asturias de la Concordia, pero eso no significa que podamos o vayamos a ponerle freno a nuestra labor.

Hay demasiada hambre a nuestro alrededor y mucho trabajo por hacer. Incluso mientras estamos hoy aquí, mi corazón está con la gente de La Palma que no debe ser olvidada en este momento.

Alimentemos al mundo de esperanza. Construyamos mesas más largas.

Gracias.

 

PALABRAS DE LA EXCMA. SRA. D.ª KATALIN KARIKÓ

 

Premio Princesa de Asturias de Investigación Científica y Técnica

Oviedo, 22 de octubre de 2021

Majestades,

Altezas Reales, excelencias, distinguidos premiados, señoras y señores:

Es un honor recibir el Premio Princesa de Asturias en tan extraordinaria compañía. Agradecemos que este premio arroje luz sobre la importancia de la investigación científica. Hemos pasado años trabajando en tecnologías que a algunos les parecían poco convencionales y casi de ciencia ficción, pero compartíamos la inmensa creencia de que, si el resultado de nuestro trabajo podía mejorar la vida de al menos una persona, entonces habríamos tenido éxito. Es un gran alivio saber que las vacunas ya han protegido con éxito a millones de personas de los graves efectos de la COVID-19. Mientras trabajaba en mi mesa del laboratorio, solo soñaba con conseguir un impacto así.

Agradecemos el Premio Princesa de Asturias, pero solo somos representantes de los cientos de científicos, médicos y expertos que, durante las últimas décadas, han ayudado a sentar las bases de nuestro trabajo. El camino de los descubrimientos científicos nunca sigue una línea recta, tiene giros y vueltas en cada coyuntura y requiere esfuerzos de colaboración internacional y la contribución de muchos científicos. Pero es importante seguir haciéndose preguntas y mantener viva la curiosidad. Leonardo da Vinci afirmó que "los experimentos nunca fallan, tus expectativas, sí". No nos detuvimos ante el fracaso, sino que lo usamos para impulsamos a pensar de forma critica.

También queremos enviar desde aquí nuestro agradecimiento a todos los trabajadores sanitarios de primera línea. Somos conscientes de los increíbles riesgos que estuvieron dispuestos a afrontar para salvar a sus pacientes, algunos incluso haciendo el sacrificio supremo para ayudar a otros. Nos inspiraron para trabajar más duramente y a actuar para desarrollar vacunas que salvan vidas. Las posibilidades de las tecnologías son infinitas: ya estamos investigando formas de prevenir el VIH, la malaria, de reducir el cáncer y tratar muchas otras enfermedades. Lo sabemos, los enfermos están esperando.

Gracias, de nuevo, por este maravilloso premio. Nuestra esperanza ahora es inspirar a la próxima generación de científicos, médicos y trabajadores sanitarios. Mantened la curiosidad, haceos preguntas y mantened el rumbo sin importar cuán sinuoso pueda ser el camino por delante.

Me siento honrada de recibir el distinguido Premio Princesa de Asturias con mis colegas científicos.

Concejo de Oviedo

Naturaleza, Arte Prerrománico, fiesta, gastronomía, Premios Princesa… y muchas cosas más en el concejo de Oviedo, ubicado en el corazón de Asturias y su capital es también la del Principado, y fue en el pasado capital del primer reino cristiano de la Península Ibérica y origen del Camino de Santiago.

Los concejos (municipios) que limitan con el Concejo de Oviedo son: Grado, Langreo, Las Regueras, Llanera, Mieres, Ribera de Arriba, Santo Adriano y Siero. Cada uno de estos concejos (municipios) comparte fronteras geográficas con Oviedo, lo que implica que comparten límites territoriales y pueden tener interacciones políticas, sociales y económicas entre ellos.

Comarca de Oviedo

Está en el corazón de Asturias y su capital, Oviedo, es la del Principado y fue en el pasado capital del primer reino cristiano de la Península Ibérica y origen del Camino de Santiago.

La comarca está conformada por uno o varios concejos (municipios). En este caso: Oviedo. Los concejos representan las divisiones administrativas dentro de la comarca y son responsables de la gestión de los asuntos locales en cada municipio.

Conocer Asturias

«Si tienes la oportunidad de probar la fabada asturiana, no dudes en hacerlo. Te aseguro que quedarás cautivado por su sabor y te transportará directamente a las tierras verdes y montañosas de Asturias. Es un plato que encarna la pasión y el amor por la comida en cada cucharada.»

Resumen

Clasificación: Eventos

Clase: Fundación Princesa de Asturias

Tipo: Ceremonia de entrega de los Premios

Comunidad autónoma: Principado de Asturias

Provincia: Asturias

Municipio: Oviedo

Parroquia: Oviedo

Entidad: Oviedo

Zona: Centro de Asturias

Situación: Montaña de Asturias

Comarca: Comarca de Oviedo

Web del municipio: Oviedo

E-mail: Oficina de turismo

E-mail: Ayuntamiento de Oviedo

Dirección

Dirección postal:›• Oviedo › Asturias.
Dirección digital: Pulsa aquí



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